RETABLOS
Obra artística religiosa, habitual en las iglesias católicas,
por lo regular de grandes dimensiones, hecha en madera, piedra, mármol o alabastro, donde se
combinan generalmente arquitectura, escultura y pintura. Le viene el nombre del
latín, tabula retro altaris, tabla que está detrás del altar.
Hay retablos sencillos, con solo un motivo sacro central (una
pintura o una imagen), pero son más frecuentes los compuestos de calles (secciones
verticales) y pisos (tramos
horizontales), a cuyo largo y ancho se organiza respectivamente el santoral que
allí se venera. Se llama banco o predela la parte
inferior donde arranca el retablo. En ocasiones se añade por
debajo un cuerpo más, formando el sotabanco. El cruce de
pisos y calles da lugar a los encasamentos,
que son los compartimentos destinados a alojar las imágenes de los santos o las
representaciones evangélicas. El elemento que remata en la cima el conjunto se
denomina ático , espina o calvario.
Como pieza unitaria, el retablo
aparece en el periodo gótico, cuyos primeros ejemplares se reducían a dípticos
o polípticos pintados y
transportables, hasta que se asentó como elemento fijo e inmóvil. Poco a poco
fue creciendo de tamaño, sustituyendo las pinturas por estatuas y
ornamentaciones en relieve. Los retablos ampliamente
poblados de imágenes y escenas evangélicas cumplían a la perfección el programa
catequético que la tradición románica también supo transmitir a las comunidades
cristianas posteriores.
Retablo de Santa Ana. Burgos. Gil de Siloé
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